Imagina la escena: vas conduciendo por una carretera infinita a máxima velocidad. El indicador de la gasolina lleva desde hace varios kilómetros atrás avisando, pero no puedes parar a repostar. Tienes que llegar cuanto antes a tu destino y no hay tiempo para otro asunto. El final: tarde o temprano te quedarás sin combustible, el motor se romperá y tendrás que abandonar ese coche.
Esta analogía podría servir para ilustrar la apisonadora del día a día de muchas startups, solo centradas en sacar nuevas funcionalidades a cualquier coste. Sin dedicar tiempo y pararse a preguntar a sus desarrolladores de software lo que necesitan para trabajar más eficientemente o qué partes técnicamente les producen mayores de dolores de cabeza.
Sigue leyendo